Entre las cosas que me han pasado este verano (buenas y malas, de colores, para reir, para llorar, con olores y sabores, ...) está el cambio de nombre de la calle dónde vivimos. Una decisión unilateral por parte de alguien que trabaja en el excelentísimo ayntamiento. Creo que ningún vecino ha sido consultado. Ni siquiera nos han dejado una nota en el buzón avisando del acontecimiento. La verdad es que la titularidad queda entre santos. El cesado aún mantiene el patronazgo de la ciudad de Cuenca y no es habitual encontrar al nuevo santo trabajar solo. Suele compartir milagros y trasplantes con su gemelo. Es verdad que la religión no es lo mío pero curiosa si que soy y google te facilita mucho las cosas.
¿Sabéis? me hubiera gustado una fiesta de despedida o de inaguración de la nueva placa. Creo que todavía estamos a tiempo.
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