miércoles, agosto 8

Una visita

Entre todos los enredos que tengo en el blog está lo que yo llamo el detector de visitas. Este invento lo instalé prácticamente sin saber para lo que servía. Con su uso, he descubierto que es una herramienta muy útil para quién utilice la web como herramienta laboral y por lo tanto de sustento económico. De momento, para mi el blog es un entretenimiento, a veces un desahogo y nunca una obligación. Por ello, el detector aviva el curioseo sobre la procedencia de mis invitados. La Realidad: La mayoría de los invitados llegan aquí desde la página de Ismael Rozalén. Otros visitantes son amigos y compañeras (cámbiese el genero al gusto) que han tomado la rutina e incluso me piden que les ponga al día y actualice sobre la familia, el barrio, la calle... Por último, creo que hay gente que llega aquí por casualidad y los hay que a pesar de todo se quedan. Esto ha pasado con una persona que conecta desde la isla de Gran Canaria. Siempre desde Santa Lucía de Tirajana. A partir de este punto, interviene la imaginación: Aunque el detector me sitúa a la persona visitante en ese municipio canario, he aprendido que solo es el lugar desde dónde se realiza la conexión y mis escasos conocimientos sugieren si será el nodo libre más próximo. Ocurre a veces que este ordenador se conecta desde Coslada, o desde Valencia y aunque es portátil nunca ha sido un ordenador viajero. Sigo con mi visita canaria. Siempre entra por la etiqueta de familia. ¿somos familia? Podemos serlo, pero no lo creo. Me habrías dicho algo. si no eres mi familia... ¿por qué vienes? No te riño, pero me resulta extraño que lo que escribo interese a alguien que está lejos y no me conoce. Marta me visitaba desde Marburg, pero ella y yo si somos familia. ¿Eres hombre o mujer? Hay momentos en que te adjudico una opción y en otros te cambio. ¿colega? no creo. No es un blog educativo. ¿Edad? no eres añojo pero tampoco añejo. Es increíble todas las cosas que tu puedes saber de mi y todo lo que yo puedo imaginar de ti. No te pido que te descubras, ni que aplaques mis curioseos, de
momento.

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