De vuelta a la rutina aunque sigo de okupa y sin internet. Hoy nada de fotos que últimamente estoy un poco dispersa. Hoy os cuento...
Ayer nos pasó una cosa curiosa. Yo no lo había visto nunca. Cai coció un huevo para añadirlo a un poco de salmón ahumado que con sus alcaparritas, cebolla y chorrito de aceite está de lujo. Sigo con el huevo que parezco directo al paladar. En casa, usamos de granja, de los que no se pagan, esos que amablemente nos regala la familia. Pues bien, el otro día compramos media docena a causa de una urgencia y claro... no está la cosa para despreciarlos aunque, ganas había. Venga, a lo que voy... después de cocer el huevo y pasarlo por agua fría lo secamos con un paño y ¿qué pasó? que el color siena que traía de fábrica pasó a ser lo que ahora llaman blanco roto. ¡Destiñe! Un huevo que destiñe... No hay pruebas. El frío ha ralentizado mi iniciativa y no se me ocurrió usar ni la digital ni el móvil. Lamentablemente era el último y no voy a comprar más hasta nueva urgencia pero estaré preparada por si vuelve a pasar y esta vez, lo pillaré.
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