domingo, diciembre 3

visitadores

Unos días ejerciendo de acompañante hospitalaria pueden provocar incomodidades en el ánimo y en el cuerpo. Las corporales intento solucionarlas con un largo paseo, una ducha y un sueño reparador. Para el desajuste del ánimo he probado diferentes métodos. A través de la observación consigo información de los diferentes grupos sociales que pululan por aquellos lares: profesionales, pacientes y visitadores. Estos últimos, que también podía integrarlos dentro del campo profesional, me producen una alergia creciente con visos de agresividad galopante. Se supone que los pacientes lo son por estar enfermos. Si a eso, unimos que en una habitación hay visitadores que no se conforman con el conocido sino que indagan en la vida privada del contiguo, consigo unos arrebatos contenidos en malas caras que solo las miradas de mi madre pueden contener. Hoy nos han preguntado afiliación y linaje. Por la enfermedad también, claro. Y eso que los pobres celadore-porteros hacen lo que pueden. Ya sabemos que los domingos después de la misa de la patrona hay costumbre de visitar a los enfermos y como estamos de paso ... También leo. Lecturas que no me compliquen ni la vida y que no provoquen una vuelta a la primera página cada vez que la enferma solicita mi ayuda. "Los nuer", una etnografía entretenida sobre un pueblo africano. De paso me sirve de estudio que este año estoy un poco desganada y descentrada.

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