Hay cantidad de razones por las que un presidente de gobierno puede no saber el precio de un café. Yo no imagino a Zapatero, en sus veinte minutos de descanso, yendo de Moncloa a una cafetería próxima a tomar uno. Tampoco paseando en un día de asuntos propios y entrando a tomar un cortado con leche fria. Si me encontrara en esta situación ¿le invitaría? Imagino que sí.
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