Otra vez. Y sin ganas de escribir aunque hay por ahí un par de cosillas que suenan entre oreja y oreja. De una manera fugaz, pero lo suficiente como para que no me olvide de ellas y para dar tiempo a que maduren. Maduren no, no es la palabra adecuada. Pero no voy a gastar impulsos en elegir la que procede. No tengo fuerzas.
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