Ya estamos acabando la fase uno. Hemos tenido dos semanas intensas de cacharros y botes por el medio. Buscando un hueco para desayunar y sin encontrar los pantalones vaqueros que, aunque sabes que se han lavado, ignoras el itinerario que han seguido después. Lo último que hemos hecho (jejejje, qué bien suena ese plural), es colorear un poco el comedor o sala de estar. De eso se ha encargado Cris, experto pintor de interiores y exteriores. La selección de colores comenzó por una misma y continuó por el resto de miembros de la familia. Algún cambio de última hora para apaciguar la viveza tonal aunque como podéis apreciar hemos acordado darle color a la casa. Cris, contento por romper la monotonía del todo blanco o todo liso. Yo, contenta por el cambio de imagen, el expurgo que te brindan las obras, que ya consideraba necesario y por la vuelta a la tranquilidad. ¿aparecerán los vaqueros de Cai?
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