Eso he pensado al ver la portada de El País. Santiago Carrillo recibió el título de doctor honoris causa entre abucheos y algunos vítores. Como él, yo tampoco entiendo cómo universitarios de hoy pueden hacer suyos los odios de hace 60 años.
Otro rojo ha donado su cuerpo a la ciencia y según la radio esta mañana no se cabía en el homenaje.
Descanse en paz, Haro Teclen.
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